Monstruosidades criticas y sorderas politicas
En 1971, Michel Foucault publica un texto en el que la emprende contra lo que llama “monstruosidades de la crítica”, operaciones de deformación que llevan a cabo, por incomprensión, ignorancia y mala fe, aquellos que, se supone, saben leer.
Los ataques publicados por la autora de la reseña de mi libro “La última lección de Foucault” pertenecen a esta categoría. La incomprensión no es sorprendente y su artículo no tiene nada de original. Expresa la manera de aquellos que adhieren sin distancia con percepciones instaladas y reaccionan frente a un libro que instala cuestiones nuevas. La autora – Veronica Gago – no puede dar cuenta de mi libro ni comprende mi proyecto. Permanece afuera. Lee con los anteojos ideológicos un libro de reflexión teórica. Como no puede imaginar que Foucault se haya interesado por el neoliberalismo, se entrega a una práctica de exorcismo y denegación.
La cuestión aquí es la de la teoría y de la crítica del neoliberalismo. Siempre concebí mi trabajo como una reflexión sobre las condiciones de la crítica del neoliberalismo, sobre lo que se supone elaborar una crítica no reaccionaria del neoliberalismo. Me he preguntado por lo que le interesó a Foucault en el pensamiento neoliberal –lo que es un hecho- , en la concepción del hombre que formula, del mundo social, el Estado, y cómo es posible extraer de ciertas teorizaciones de Hayek, Becker, Berlin, etc, instrumentos para pensar de otro modo la práctica crítica antes que quedar fijado en los dogmas (marxismo, psicoanálisis, etc.). Decir eso, no es ser neoliberal. Es, por el contrario, tratar de ser plenamente crítico.
Según me parece, una gran parte de la teoría crítica produce hoy análisis conservadores del neoliberalismo. ¿Cómo, a la inversa, podemos tomar en serio el neoliberalismo, aprovechar lo que produce de modo de no oponerle formas antiguas y tradicionales –religión, familia, estado, derecho, soberanía, común? Todo eso, hay que recordar, se inscribe fielmente en el espíritu que guiaba la crítica de Marx del capitalismo.
La idea de hacer de mí un neoliberal es en tal modo absurda que no puedo adjudicar tal acusación a la diferencia de percepción entre Argentina y Francia. Hay también en la práctica una incapacidad política de leer: No hay nada hoy en día más prescrito, más predeterminado, más impuesto que la retórica de la crítica del neoliberalismo. Cuando se dice neoliberalismo, es preciso responder “común”, “pueblo”, “cultura” y emprenderla contra el individualismo, el egoísmo, el “materialismo”, a la subjetivacion neoliberal ». Si se dicen cosas diferentes, si se es reacio a estos automatismos, de inmediato, surgen las acusaciones de ser “conservador”, “neoliberal”. A condición de escapar de esta escena estéril, se podrá reinventar lo que Pierre Bourdieu llamaba la tradición libertaria de la izquierda. Y a esa tarea contribuye mi libro, contra los dos adversarios cómplices que se enfrentan, neoliberales de un lado y, del otro, conservadores que se creen críticos pero que, al fin y al cabo, piensan a travès de automatismo y mimetismo.
Traduction: Andrès Salgado
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